Desde que los curas José Ramón Bueno y José Bonifacio Bonafont unieron a las dos comunidades que habitaban lo que era Riosucio en su momento, las diferencias se arreglaron. El lío era tal, que cada una tenía plaza e iglesia, hasta que se reunieron en lo que hoy es la calle del comercio y solucionaron sus problemas con las fiestas a los Reyes Magos.
Que el personaje principal sea el Diablo le ha costado al Carnaval sufrir estigmas.
-Eso es satánico- dicen unos.
-Que es pecado- replican otros.
Según Wilson Cruz Trejos, presidente de la Junta de la Corporación Carnaval de Riosucio, eso no es cierto y culpa al amarillismo de quienes nombran a la fiesta como ‘Carnaval del Diablo’. “Dicen que esto es una cosa diabólica, satánica. El Carnaval es distinto, tiene un mito y un rito, como el diablo, que es uno bueno, que incita a la alegría y a la unión”, aclaró.
El rito consiste en el despertar del Diablo que reaparece en la tarde del sábado, prepara los oídos de los asistentes para la música, la poesía; inspira a la danza y la literatura, y al final, en el último día, en medio de la quema, su muerte, se lleva consigo las penas y amarguras de quienes disfrutaron el Carnaval.